"IDENTIDADES"
AUTORA: BERTA LANZA ORIZAOLA
I
La lluvia caía con enfado sobre el asfalto neoyorkino, no se oía ningún
ruido, no había ninguna farola que iluminase la oscuridad.
Dentro de un local muy pequeño, destrozado por el paso del tiempo, yacía en
su lecho de muerte un hombre con numerosas puñaladas en el pecho, cerró los
ojos esperando la muerte acompañado de su asesino que contemplaba con
satisfacción lo que había hecho.
-Una obra de arte. –Susurró de manera macabra.
La vida abandonó su cuerpo.
Después de unos siniestros minutos, el hombre se levantó del suelo, con una
mirada indiferente miró sus manos llenas de la sangre del hombre muerto, y a
continuación, como si se tratase de una obra de caligrafía, sin que le temblara
el pulso, con una increíble parsimonia escribió en una perfecta letra inclinada
el nombre de su siguiente víctima sobre la pared.
El número 475 relucía anunciando la siguiente muerte, con gotas rojas que
resbalaban lentamente, al compás de su respiración. Se restregó las manos sobre
el pantalón, como si fuera posible borrar la sangre que pintaba de rojo de sus
manos.
Salió al exterior, las gotas teñidas de rojo cubrían al asesino, y éste,
con un lento caminar fue desapareciendo en la oscuridad.
II
Cuando la policía llegó estableció un perímetro, un detective se encontraba
interrogando al vagabundo que encontró al hombre muerto, que aseguraba y
repetía que él no había hecho nada.
El 475 seguía reluciendo ahora en un rojo reseco.
El forense realizó un examen externo del cuerpo, buscando heridas y
observando la posición en la que se encontraba, mientras que varios
criminólogos recolectaban indicios como sangre, pelos o fibras. Se tomó la
temperatura y se comprobó la lividez y el rigor mortis que indicaban la hora de
la muerte aproximadamente hace doce horas, aunque no sería confirmado hasta la
autopsia.
Cuando el forense dio la aprobación las manos fueron cubiertas con bolsas
de papel para no contaminar posibles pruebas biológicas, y levantaron el cuerpo
con sumo cuidado para cubrirlo con una bolsa y ser transportado a la morgue.
Al día siguiente, cuando se comenzó la autopsia, se volvió a hacer un
examen externo, se tomaron medidas corporales y se procedió a quitarle las
prendas, que se depositaron en bolsas de papel que serían enviadas al
laboratorio para ser analizarlas en busca de la presencia de diferentes
sustancias.
Cuando finalizó la autopsia, se tomaron las huellas para ser contrastadas
en el AFIS y realizaron un escáner biométrico facial, no había coincidencia con
ninguna persona.
El hombre no era nada fuera de lo común, pelo castaño, estatura media, ojos
claros, próximo a los cincuenta y ningún rasgo que le pudiera diferenciar de
los demás.
Cuando lo encontraron no poseía ningún documento de identificación, llaves
u objetos personales, se rastreó todos los alrededores e interrogaron a todas
las personas que vivían en el área sin ninguna respuesta.
La luna presidía la noche, los detectives no podían hacer nada más que
esperar a los resultados de los análisis, lo único que sabían es que el número
había sido pintado con la sangre de la víctima aún sin identificar.
En el
laboratorio no quedaba nadie, solo se encontraba en la entrada del edificio un
guardia de seguridad.
Unos sonidos
metálicos se arrastraban por los pasillos del edificio, el material chirriaba
como si tratase de decir algo, el sonido estridente seguía sin parar, pero no
había nadie para escucharlo.
III
Su sedoso
cabello rubio ondeaba al son del viento y sus ojos color zafiro miraban el
cielo pensativos por última vez. Se levantó y caminó lentamente para dirigirse
a la tranquilidad de su casa, ya era tarde, el sol estaba desapareciendo.
Todavía
quedaban algunas personas disfrutando del magnífico atardecer a pesar del frío,
decidió apresurarse para que su madre no se enfadase, siempre había sido muy
cuidadosa.
Sintió un
golpe en su cabeza y cayó en el húmedo césped aun mojado por la lluvia. Gritó
pidiendo ayuda, pero parecía que toda la gente que se encontraba pocos minutos
antes había desaparecido. No se podía mover, aunque aún conservaba sus cinco
sentidos.
Unas manos
agarraron sus tobillos. Ella intentó levantarse y correr, pero todavía no podía
moverse. Fue arrastrada por el prado hasta llegar a la orilla de un lago, su
respiración se descontroló al ver desde el suelo el agua.
Una mujer se
acercó a su reducido campo de visión, y el pánico se desató en la joven. La
mujer le sonrió con suficiencia y la subió a un bote que se balanceó con el
peso de ambas.
El agua se
removía por el movimiento de los remos, después de unos angustiosos minutos la
barca paró de moverse, la joven aún no se podía mover, pero mantenía sus ojos
abiertos. La mujer se alzó sobre ella y sacó un puñal del interior de su
cazadora, la joven sabía cuál sería su final.
La extraña
comprobó que su trabajo había sido realizado a la perfección. Acomodó el cuerpo
de la asesinada joven en la mitad de la barca y cerró sus ojos. Dejó el armaincrustada
en su corazón y le colocó un colgante cuidadosamente con la forma de las letras
griegas sigma y tau.
Se tiró al
helado lago, nado con una delicadeza y sutileza casi terrorífica mientras reía
a carcajada suelta, sin preocuparse de que la escuchasen.
Cuando llegó a
la orilla el agua caía de su ropa, que pesaba mucho más debido a esta, pero no
le importo nada, su trabajo había concluido, y sin ningún remordimiento
abandonó aquel lúgubre lago.
IV
El inspector
McGregor acababa de unirse a la unidad de homicidios de la policía de Nueva
York, a una temprana edad tenía claro a que quería dedicarse.
Se sentó en su
nuevo lugar de trabajo en un espacio compartido con sus nuevos compañeros.
Pocos minutos después la sala se fue llenando de gente que le saludaba
amablemente.
Un hombre
mayor entró y todos se pusieron en pie, el imitó a los demás. El hombre empezó
a repartir un gran montón de papeles a cada persona que se encontraba en la
sala, cuando llegó a él le entregó los mismos papeles que a los demás y le dio
la bienvenida cortésmente presentándose como el jefe. La gente se fue
dispersando a medida que recibía los informes hasta quedar un grupo de seis
policías incluyendo a McGregor.
Tras un
agotador día de trabajo el nuevo inspector llegó a su casa, guardó su abrigo en
el armario y se sentó en el salón esparciendo las numerosas hojas sobre la mesa
de manera ordenada.
Observó los
dos casos que habían asignado a su grupo, más bien el caso, porque uno de ellos
había sido parado debido a la desaparición de todas las pruebas. Retiró en un
lado los documentos pertenecientes al primer caso y se centró en el segundo.
La imagen de
una muchacha rubia apareció en el informe, la misma que vio por la mañana.
Elizabeth Rosewood de 17 años, hija única, vive con su madre (único pariente
vivo). Apareció muerta debido a una puñalada en una barca en un lago de Central
Park.
El reloj marcó
las siete de la mañana cuando llegó a la comisaría. Saludó a su grupo de
investigación y se sentó junto a ellos en una mesa de reuniones. Después de
acordar el proceso de la investigación McGregory su compañero Jones se
dirigieron a la casa de Elizabeth para registrarla e interrogar a la madre.
Tocó el timbre
de la puerta y nadie contestó, acercó su oído y escuchóla televisión encendida,
tocó una segunda vez, unos pasos se oían al otro lado, la cerradura se abrió y
con ella la puerta. Una mujer de unos cuarenta años apareció, pelo castaño,
ojos claros y de buena apariencia, parecía nerviosa debido a un tic en sus
ojos.
-Buenos días,
somos los inspectores Jones y McGregor, de homicidios, ¿es usted la señora
Rosewood?. –Dijo cortésmente mientras mostraban sus placas.
-Sí, ¿Algún
problema inspectores? –Contestó en un susurro.
-Se trata de
su hija, Elizabeth. –Respondió Jones.
-Adelante. –Abrió
la puerta hasta dejarles pasar y la volvió a cerrar nada más estuvieron dentro.
V
El último caso
le había traído dolor de cabeza durante la última semana.
Apremió el
paso hacia el lago donde fue encontrada la muchacha, la cinta policial estaba
custodiada por un par de policías, las pruebas habían sido llevadas al
laboratorio, solo quedaba el agua. No le quedaba nada que hacer en aquel lugar.
Cuando visitó
el escenario del crimen por primera vez parecía un siniestro cuento de hadas,
la chica reposaba en la barca como si se tratase de una cama, parecía estar
durmiendo de no ser por el puñal que le sobresalía del pecho, su piel era
blanca como la nieve, sus labios estaban morados debido al frío y su húmedo
cabello se le pegaba al cuello.
El arma
homicida se trataba de un puñal, según los informes que tenía de su primer caso
(el hombre que había sido asesinado por numerosas puñaladas) estaba casi seguro
de que se trataba del mismo tipo de arma blanca (o la misma arma), un puñal.
A pesar de sus
sospechas, todos los informes y sus copias habían desaparecido, en los
ordenadores no quedaba constancia de dicho caso, las pruebas forenses habían
sido robadas junto a los vídeos de la autopsia y todas las copias, las cámaras
de seguridad habían sido desactivadas. Estaba dando palos de ciego.
-Buenos días,
doctora Evans. –Saludó mientras le enseñaba una fotografía del puñal.
-McGregor. -Lo
miró detenidamente y le entregó un informe del caso actual.
En el arma se
habían encontrados dos rastros, uno pertenecía a Elizabeth, y el otro era
desconocido.
-Estoy casi
segura de que el segundo rastro pertenece al desconocido del primer caso, pero
por mucho que lo afirme no será válido sin pruebas físicas y evidentes.
–Continuó formalmente.
-¿Qué es lo
que opina usted? –Preguntó curiosamente.
-¿Qué es lo
que opino? Lo que opino es que el arma fue utilizada en ambos casos. El hombre
fue hallado muerto por numerosas puñaladas, en los informe que elabore las
medidas son exactas a este puñal, pero no será aceptado por un jurado. ¿Estoy
en lo correcto?
-Creo que no
se equivoca. –Asintió con aprobación.
-¿Y usted?
-Lo que pienso
es que Elizabeth fue la víctima 475.
-¿El número
pintado con sangre?
-Exacto. Está
claro que los casos están relacionados, pero no podemos demostrarlo. El asesino
es alguien listo, lo tiene todo planeado, si hemos encontrado el arma en este
caso ha sido por que él ha querido.
-¿Qué quiere
demostrar con todo esto?
-Venganza. El
número pintado con sangre demuestra que tiene un objetivo, las víctimas no son
elegidas al azar, lo tiene todo planeado. El 475 tiene algún significado.
-¿Cree que es
el número de personas a las que ha matado?
-No creo, ya
nos habríamos dado cuenta.
-Podría haber
cambiado el modus operandi. –Rebatió.
-Podría, pero
tengo el presentimiento de que no se trata de eso.
-Cuando asistí
al primer caso, el escenario era muy diferente al del segundo. El primero en un
lugar alejado, el segundo en un lugar al aire libre donde podía pasar cualquier
persona en cualquier momento. La primera persona había recibido varias
puñaladas, infligidas reiteradamente, casi con rabia, la joven solo recibió
una.
El inspector
ya había pensado en todo, es verdad que los casos parecían no tener relación a
primera vista.
-Es verdad.
–Corroboró. – Víctimas con nada en común, a excepción del arma con la que
habían sido asesinadas.
-Entonces, ¿se
trata de un mismo asesino o tan solo tiró el arma y otra persona se aprovechó
de ella?
VI
La señora
Rosewood se encontraba de camino a la frontera de Canadá. Había sido advertida
de no salir del país hasta ser resuelto el caso, pero eso le traía sin cuidado.
Tonta de ella
que se había dejado convencer por el dinero y la avaricia.
Alquiló una
pequeña habitación de un motel para pasar la noche. Las cosas no habían salido
como ella quería, tendría que haber llegado ya hace un par de horas, pero el
granizo iba en contra de ella.
Se sentó en
frente de una vieja mesa de madera donde reposaba en ella un antiguo ordenador,
pero suficiente para lo que ella necesitaba. Insertó un pendrive de huella
dactilar y espero a que al anticuado procesador cargara los archivos.
Fue revisando
carpetas hasta encontrar la que ella quería. ΣΤ.Tenía que deshacerse de las
pruebas cuanto antes.
Las sirenas de los coches
policía empezaron a sonar. La puerta de su habitación fue echada abajo y los
SWAT la rodearon. Detrás de ellos, el inspector McGregor apareció.
-Buenas noches, señora Rosewood.
Me alegro de verla. –Dijo irónicamente el inspector.
VII
El grupo de homicidios se encontraba revisando el
pendrive que tenía la señora Rosewood cuando la encontraron en su huida hacia Canadá.
Había varias carpetas de sus ingresos, pero la
que más llamó la atención fue la que tenía como nombre las dos letras griegas
que coincidían con el collar encontrado en su hija.
Aparecieron varios documentos encriptados por lo
que era imposible leerlo en ese momento. Siguieron revisando carpetas hasta
llegar a la última, la cual no se encontraba encriptada, cuál fue su sorpresa
al encontrarse todos los informes que desaparecieron del primer caso.
Los inspectores
McGregor y Jones acababan de interrogar a la madre de Elizabeth. Su
expresión durante el interrogatorio fue impasible, ninguna palabra turbó su
mente.
Con las
pruebas que tenían era suficiente para arrestarla y mandarla a la cárcel
durante una larga temporada, aunque todavía no podían inculparla del asesinato
de su hija.
Cuando por fin
pudieron leer los documentos de la carpeta encriptada no se lo podían creer.
ΣΤ era un proyecto en el que se
modificaba genéticamente a humanos para desarrollar capacidades como la
inteligencia, velocidad, fuerza y resistencia. El experimento acabó en el año
2005, tras ser cancelado por el gobierno debido a problemas de financiación.
Tras la clausura, el programa siguió funcionando ilegalmente financiado por
inversores anónimos hasta el año 2012, tras el cual la agencia central de inteligencia
estadounidense intervino para poner fin.
Una vez que el proyecto fue
cancelado definitivamente, muchas personas fueron arrestadas y otras muchas
desaparecieron. Desde entonces la CIA buscaba a las personas que de alguna
manera estuvieran relacionadas con el proyecto.
Todas las carpetas fueron
analizadas cuidadosamente. Encontraron una lista de todas las personas miembros
deΣΤ. Entre ellas se encontraba el hombre del primer caso, identificado como
Robert Smith, exempleado del proyecto, Elizabeth Rosewood, el experimento número
475 de ΣΤ y Rose Rosewood. Elizabeth se encontraba controlada por su madre,
quien en realidad era una científica del proyecto, cuando todo acabó las dos se
escondieron del mundo.
La razón por la que Robert Smith
no pudo ser identificado fue a que pertenecía al programa de protección de
testigos de la CIA, él fue una de las personas que desveló que el proyecto
seguía funcionando clandestinamente.
En otro informe detallaba que
las pruebas fueron robadas por la CIA secretamente para que no saliese a la luz
el conflicto.
A pesar de
haber identificado a la primera víctima todavía les quedaba trabajo que hacer,
pero gracias a los últimos descubrimientos podrían avanzar mucho más deprisa.
Su mejor baza
era la señora Rosewood, ella supondría un gran cambio en el caso.
VIII
Un hombre de
traje oscuro caminaba tranquilamente por la calle disfrutando del aire fresco,
sin ninguna preocupación se adentró en la comisaría donde se encontraba el grupo
de homicidios que trataba el asesinato de dos personas de ΣΤ.
Al entrar mostró
al guardia su credencial y pasó antes de recibir respuesta.
-¿Se le ofrece
algo señor? –Preguntó educadamente el inspector Jones.
-Soy el agente
Williams, de la CIA, vengo para hablar del caso que estáis investigando.
El señor
William fue enviado por la CIA para tomar la jurisdicción del caso, pero al
final se llegó a un acuerdo en el que homicidios podía estar presente durante
el transcurso de la investigación del agente.
William
interrogó a la señora Rosewood, que sorprendentemente y ante la incredulidad
del inspector McGregor, confesó que sabía quiéno quienes habían matado a su
hija y al señor Robert Smith.
Jade y MarcWebber.
Ex científicos de ΣΤ, su hijo pertenecía también al proyecto y murió debido a una
negligencia cometida por la doctora Rosewood y Robert Smith.
Cuando la policía llegó al
apartamento de los Webber los cuerpos se encontraban tirados en la cama junto a
una nota de suicidio donde confesaban ser los autores de los crímenes, sabían
que no tenían escapatoria.
IX
-¿Por qué esperar tanto tiempo
para cobrar su venganza? –Preguntó McGregor a William.
-Eran personas totalmente
inestables psicológicamente. El hecho de ver a la gente que les rodeaba felices
durante estos últimos años mientras ellos no lo eran les ha ido afectando poco
a poco. Por este motivo encontrasteis a Robert Smith con numerosas puñaladas,
le culpaban y le odiaban por haber matado a su hijo, mientras que Elizabeth era
un daño colateral. En su retorcida mente les pareció buena idea pagar con la
misma moneda a la señora Rosewood, el señor Smith no tenía familia.
X
McGregor archivó el caso y lo
clasificó como “cerrado”. Unos pasos se escucharon en la sala donde se encontraba
el inspector.
-Buen trabajo, inspector
McGregor. –Habló la doctora Evans.
-Bueno, al final el caso fue
cerrado por el agente Williams.
-Eso no le quita el mérito.
-¿A qué se
debe su visita?
-Lamento
informarle de que no podrá quedarse con las pruebas del caso.
-¿Por?
-No nos
podemos permitir que más gente conozca deΣΤ.
-¿Nos? ¿A qué se refiere?
-La CIA estaba al corriente de
que se estaba investigando la muerte de Robert Smith desde que metieron la
huellas en el AFIS. Tú te incorporaste después de la desaparición de las
pruebas, yo me incorporé antes de la desaparición de las mismas.
-¿Te envió la CIA?
-Me envió para
saber cuánto avanzaban en el caso. ΣΤ no puede ser relevado al mundo, la gente no está preparada para eso.
-¿Por qué no intervinisteis
antes de que llegase la policía?
-Hubiese sido buena idea, pero el
chip que se le implantó a Smith había sido extraído, Elizabeth y su madre no
formaban parte de nuestro programa deprotección de testigos, resultaban un
tanto escurridizas.
-No entiendo, ¿por qué robasteis
el primer cuerpo y el segundo no?
-El primer caso fue sencillo, no
conocíais la identidad de la víctima, fue fácil borrar del mapa todas las
pruebas, pero el segundo caso… era distinto, las cosas se complicaron. Se sabía
la identidad de Elizabeth, y si desaparecía otro cuerpo los casos se
relacionarían, y eso solo complicaría las cosas. Por otro lado se encontraba la
señora Rosewood, que sabía la verdad del caso.
-La señora Rosewood confesó
inmediatamente con el agente Williams, ¿por qué conmigo no?
-Con la policía era distinto,
podía desviar el caso, pero con la CIA no. La señora Rosewood sabía que no tenía salida, la CIA lo sabía
todo. No podía revelar la verdad del caso.
-Pero, ¿por qué no cogiste el
pendrive antes de que nosotros lo descubriéramos?
-Lo hice, más o menos, era un
señuelo, el verdadero pendrive lo tenía escondido. Es inteligente, ella sabía
que había un infiltrado pero no quien era, me dejó creer que el pendrive lo
tenía guardado en su antiguo domicilio de Nueva Jersey, cuando me quise dar cuenta ya había sido
arrestada por la policía y el verdadero pendrive estaba siendo des
encriptado.
-Otra pregunta.
-Preguntas demasiado. –Observó
molesta.
-¿El detective Williams? –Ignoró
su comentario anterior.
-La situación seme fue de las
manos. No tendríais que haber sabido nada de ΣΤ.
-¿Por qué la señora Rosewood
tenía un pendrive con toda la información.
La doctora Evans caminó hacia la
salida sin responder, y antes de salir se giró.
-Una última cosa. Olvídate de
todo, al igual que todo tu equipo. A partir de este momento nunca ha existido
este caso, al igual que tampoco ha existido ni existe algún proyecto que se
llame ΣΤ.
-¿Por qué cuando se realizó la
autopsia no quedaba constancia de que Elizabeth había sido modificada genéticamente?
–Preguntó rápidamente antes de que la doctora desapareciese.
-¿Quién te crees que realizó la
autopsia de Elizabeth?
FIN
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